7/7/10

Evocando.

Llegué a casa y luego de haberle avisado que estaba bien, subí a mi dormitorio, aquel que me gusta, que es mi refugio de los dolores, ese que me ha visto llorar, sonreír y amar.

Pero anoche algo le faltaba, lo sentía triste, lo sentía vacío. Quizá era mi ser el que se sentía así.

Me duché eran más de las 2 de la mañana, mientras el agua bajaba recordé la misma acción pero aquella vez con él. Ese momento de intimidad de rutina (porque todos nos bañamos), ese momento en el que mientras me decía el agua esta fría, para mi estaba caliente porque no estaba sola en ese rincón de 3 paredes donde te limpias de lo malo y pesado del día.

Me envolví en la toalla y empecé a caminar viendo el desorden de 4 días de compartir con él, realmente era un desastre y lo peor es que sonreí; quité todo lo que estaba en la cama y me tendí, empecé a ver hacia el techo y en el se dibujaba lo que mi memoria evocaba, su cara.

Sacudí mi cabeza y dije, ya basta!

Apagué la lámpara de tenúe luz amarilla, me acomodé en la cama junto a las almohadas, cerré los ojos, me descubrí acariciando un lado de la cama, sentí como los pliegues de la sábana, se transformaban en su pecho, lo sentí respirar, me dí la vuelta como buscando acurrucarme sobre él, abrí mis ojos y me descubrí extrañando su ser, me sentí tonta, me sentí triste, me sentí sola.

Tienes que detener esto, me dije y volví a cerrar los ojos esta vez pensando en la rutina que tenía antes de dormir con él, caí rendida del cansancio.

Por la mañana mientras el sol peleaba por entrar a mi dormitorio, giré la cabeza hacía el lado donde se suponía que estaría y le dije buenos días a la nada, me incorporé y trate de disimular a mi dormitorio ese momento de estúpidez matutina, me vestí y mientras cruzaba la puerta para salir, dije, espero volver a evocarte esta noche para no sentirme tan sola.

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