218 días, cómo pasa el tiempo.

No recuerdo si alguna vez de niña jugué a que me casaba, alguna vez creo que jugué a la casita y esas tonterías, cocinaba, limpiaba, cuidaba a los niños y atendía al "papá".

Nunca he sido muy partidaria de asistir a bodas, pero si debo admitir que he soñado con "ese día especial" no por lo que realmente te otorgue, un título legal para quedarte o dejar en la banca rota a la otra persona, sino por todo el glam que se prepara para cumplir con el ritual social y acenstral del matrimonio.

Hoy a mis 25 años dejé esa idea maternalmente infundada de "salir de mi casa, casada" para arrejuntarme, ser concubina, mujer o vivir en pecado junto a mi novio.

Confieso que me resultó estresante, preocupante y hasta cierto punto deprimente dar este paso.

Primero porque sabía que estaba invadiendo un espacio, cambiando una costumbre, un modo de vida; luego porque tengo un terrible defecto, soy maga con el dinero lo desaparezco en un abrir y cerrar de ojos, lo cual hace que viva bastante apretada pero que por suerte aún me pueda dar mis pequeños lujos y por último con el temor de una noche terminar lanzando a la cabeza de mi querido algún objeto cortopunzante en alguna discusión.

Durante casi 3 meses no podía dejar de pensar en ello y no podía ver lo realmente lindo de vivir con alguien, con tu pareja.

Despertarte todos los días con una sonrisa y un beso en cualquier lado de la cara y si el día "pinta" bien hasta te despiertan con buen sexo para ir papelito a trabajar.

Tener esas pendejas peleas mañaneras como por ejemplo, porque usa tanto tiempo el baño, porque el piso queda mojado, porque la toalla no la cuelgas para que se seque, donde están las medias o el apurarse porque ya es tarde.

Encontrarse para llegar juntos a casa o saber que siempre tendrás a alguien que te espere o a quien esperar.

Preparar comida juntos, hacer las tareas de la casa juntos, de vez en cuando bailar música romanticona o andar despeinada, en boxers con su camiseta y ser la mujer más sexy del planeta andando así.

Verlo vegetar todo un día o mejor aún vegetar juntos viendo series, películas, porno o leyendo tuits.

Darse su tiempo para amigos y saber que al final de la noche siempre dirás o escucharás un, te extrañé.

Y por supuesto tener sexo cada vez que se te antoje, porque ya no tienes un tiempo destinado para ello.

No descarto la idea de que algún día nos terminemos aburriendo, odiando y hasta matando, pero hoy siento que es la mejor cosa que he hecho en mi vida.

Vivo con mi marido y soy feliz a mi manera, a nuestra manera, adoro cada vez que dice mi mujer y cuando hablamos de planes futuros.

Por esa razón hace 1 mes en una de mis salidas a hacer compras compulsivamente me regalé algo, algo que ahora es especial para mí, que cada vez que lo veo me recuerda que a pesar de todo seguimos juntos.

 

Espero que el cuento dure mucho y que no nos matemos antes del final.

Cabe recalcar que siempre odié los anillos, pero ya ven lo que hacen 3 golpecitos en la frente. Milagros.