Cuando al fin empieza mi etapa noctambula, digo cosas que quiero decir, cuento situaciones que he vivido y quisiera vivir y soy libre para sentir amor y odio al mismo tiempo.
Puedo bailar un vals suave dejándome llevar por las palabras que a lo lejos escucho. Es el.
Hay días en los que quiero volar tan alto como pueda hay otros en los que no, mi espíritu de sonámbula solo quiere gritar y hay otras veces en las que quiere amar.
Deambulo con un vaivén casi tan desquiciante como un paseo de cuatro baldosas en un hospital y yo misma me vuelvo loca.
Sé que no esta bien, pero sé que tampoco está mal. Hasta los que tienen vida normal tienen derecho a soltar sus emociones cuando están sonámbulos.
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